
Reflexión julio
25 junio 2021El ADN de la iglesia
Andrés Corrales
Desde hace unos años se viene popularizando los estudios de genética en los que a través
de una pequeña muestra puedes darte cuenta de tus orígenes más lejanos, muchas
personas pagan para saber cuanto porcentaje son de amerindios, cuanto de ellos es de
europeo y que porcentaje traen en sus genes de regiones tan lejanas para nosotros como
el lejano oriente. Es una industria que mueve cada vez más millones de curiosos que se
pueden dar ese “lujo” con tal de desentrañar sus más remotos antecedentes genéticos.
Ciertamente doy gracias a Dios que la iglesia para conocer sus orígenes no genéticos sino
incluso más hondos como los espirituales, no necesitamos pagar a un laboratorio ni sacarnos
algún tipo de muestra, solo debemos de ir a la Palabra y especialmente a los comienzos
de esta familia llamada Iglesia.
Y es que a través de las páginas del libro de Hechos miraremos de cerca nuestro ADN
dándonos rápidamente cuenta de que la iglesia es un programa divino y seno de la transformación
radical para el hogar y a su vez para todos los demás ámbitos de la sociedad.
Y cuando afirmamos que la iglesia como tal es un programa ejecutado y orquestado por
el Espíritu Santo es porque es Él quien trae consigo una agenda con motivaciones y objetivos
muy claros los cuales nos tocará descubrir para acompañar su movimiento.
Y es que cuando decimos movimiento es porque precisamente la Iglesia en su ADN nace
como tal, como un programa reconciliador de Dios al mundo, pero también como un movimiento
que no es para nada estático que necesita apercibirse todo el tiempo porque no
hay ni pandemia ni caos que detenga los planes que Dios quiere que su iglesia se mueva.
Estos planes son maravillosos, pero también exigen de su pueblo un compromiso de
búsqueda, permanencia y servicio desinteresado para edificar juntos el Reino de Dios en
la tierra, cuando Dios encuentra un pueblo que decididamente cambia su paradigma de
“ir” a la iglesia para “ser” la iglesia entonces veremos como en nuestro pecho y corazón
soplará claramente el viento de su Espíritu para guiarnos hacia sus propósitos.
Si has llegado hasta aquí con tu lectura, es el momento de anunciarte que durante ocho
semanas nos internaremos en el vívido y rico libro de los Hechos cada domingo, donde
seguiremos de cerca todas estas pistas que nos animarán como a los discípulos a presentarnos
ante Dios como lo fue para ellos aquella espera en el aposento alto unánimes
en oración, miraremos juntos la relevancia de la guía de su Espíritu en el servicio fiel y
permanente a través de aquellos dones que el en su gracia y para edificación y extensión
de su Reino en nuestro contexto más cercano como el más lejano.
Así que te animo a volver a estudiar este libro junto a nosotros.
¡Te esperamos!