
Reflexión abril
26 marzo 2021
Reflexión junio
26 mayo 2021Hemos finalizado la serie de mensajes “Vivir en Jesucristo”, tiempo que incluyó la celebración de la Pasión de Cristo, que da inicio a esa posibilidad de estar “EN CRISTO”. Cruz y Resurrección son fundamento para el nuevo nacimiento espiritual que Dios nos ofrece, que nos convierte en hijos de Dios, integrándonos por fe a la familia de Dios.
El Apóstol Pablo expresa en su carta a los Colosenses (1,25-28), que en ese momento histórico, Dios daba a conocer el “misterio” que es “Cristo en nosotros” a todas las naciones gentiles, alcanzándolos con su plan de esperanza de gloria. Y como misterio que es, su causa, origen o razón de ser, no tiene explicación. Cristo fue enviado por Dios, para que habite en nosotros y nos dé la seguridad de que compartiremos el poder y la gloria de Dios.
Desde que aceptamos a Cristo en nuestra vida, vivimos en Cristo, es decir, recibimos una nueva identidad. No soy lo que hago, ni lo que siento, ni lo que los demás dicen de mí, sino lo que Dios dice que soy. Debo escuchar, leer, saber, creer lo que Dios dice que soy. Dios me llama su hijo, me dice que soy amado, comprado, perdonado, sanado. Me llama su obra maestra. Tengo paz con Dios, tengo la esperanza de una eternidad con Él y soy unido con otros como yo, formando su iglesia, su cuerpo.
Interiorizar esta verdad respecto de mí es vital, pero no debemos quedar aquí, pues la meta de Dios para mi vida es el crecimiento, es la madurez espiritual, es ser conformados a la imagen de Jesús.
Pablo lamenta en varias cartas (Corintios, Efesios, Hebreos), que sus lectores continúan como Niños en Cristo, porque desean o toleran solamente alimentación de leche, debiendo ya recibir alimento sólido.
Pablo desearía profundizar en la Palabra de Dios con ellos, pero aún necesitan reiteración de las enseñanzas básicas. Son como niños fluctuantes, fácilmente sacudidos por las olas y llevados por el viento para aquí y para allá, ilustrando de esta forma la fluctuación de las personas inmaduras entre diferentes doctrinas y enseñanzas.
“Niños en Cristo” son cristianos inmaduros, egocéntrico, inestables emocional y espiritualmente, pues se dejan llevar por sus sentimientos, emociones y deseos.
La inmadurez hace inestable emocional y espiritualmente, hace débil y vulnerable ante los desafíos del diario vivir.
La madurez ofrece sólido fundamento, resistencia firme a la tormenta.
Los cristianos maduros desean alimento sólido, son guiados por el Espíritu Santo, desean agradar a Jesús con sus acciones, pensar como Él, están en un proceso de transformarse al carácter de Cristo, renunciando a los deseos de la carne, siempre están pensando cómo traducir lo que reciben para activar a otros y así hacer avanzar el Reino.
Los misterios de Dios son llamados a profundizar. Dios nos está invitando – individualmente y como iglesia- a nuevos niveles de madurez espiritual. Hay conversaciones que Dios quiere tener contigo, hay sabiduría, revelaciones, tesoros, herencias y niveles de poder y gracia, que Dios solo puede darnos si alcanzamos la madurez.
Para ser inconmovibles en Cristo y llevar una vida de plenitud en Cristo, debemos ser maduros en Cristo.
Estamos en tiempos difíciles, que sacuden nuestras estructuras. Dios desea fortalecernos, madurarnos, para que permanezcamos de pie, podamos fortalecer también a otros y guiarlos en el proceso de madurez.
Dios se deleita en responder nuestros pedidos por madurez en el Espíritu: “Pedid y se os dará, tocad y se os abrirá, buscad y encontraréis”. Habrá cosas que debemos dejar, porque son obstáculos, y cosas que debemos tomar o asumir.
Y la mejor forma de crecer, es en familia.
Rosemarie Fast